sábado, 30 de abril de 2011

Fiesta de la Divina Misericordia




Durante el transcurso de las revelaciones de Jesús a la hermana Faustina sobre la Divina Misericordia Él le pidió en diversas ocasiones que se dedicara una fiesta a la Divina Misericordia y que esta fiesta fuera celebrada el domingo después de la Pascua. Los textos litúrgicos de ese día, el segundo domingo de Pascua, son concernientes a la institución del Sacramento de Penitencia, el Tribunal de la Divina Misericordia, de manera que van perfectamente con las peticiones de nuestro Señor. Esta fiesta ya ha sido otorgada a la nación de Polonia, al igual que es celebrada en la Ciudad del Vaticano. La canonización de la hermana Faustina el 30 de abril 2000 representa el respaldo más grande que la Iglesia le puede dar a una revelación privada, un acto de infalibilidad Papal proclamando la segura santidad de la mística.
De hecho el día de la canonización de Sor Faustina esta fiesta se extendió a lo largo de la Iglesia universal. Sobre esta fiesta dijo Jesús:
"Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas."
(Diario 300).
"Quiero que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella. " (Diario 341)
"Esta fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias."
(Diario 420)
"Una vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mí misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solamente el primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se dirija a la Fuente de Mi misericordia." (Diario 699)
"Sí, el primer domingo después de la Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también debe estar presente la acción y pido se rinda culto a Mi Misericordia con la solemne celebración de esta Fiesta y con el culto a la imagen que ha sido pintada." (Diario 742)
"Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi Misericordia." (Diario 1109)
Podemos apreciar de estos extractos que Nuestro Señor desea que durante la celebración de esta fiesta se incluye la veneración solemne y pública de la imagen de la Divina Misericordia por parte de la Iglesia, como así desea además la veneración individual de cada uno de nosotros. La gran promesa para cada alma es que un acto devocional de penitencia sacramental y comunión obtendrán para esa alma la plenitud de la Divina Misericordia en la fiesta.
El Cardenal de Cracovia, Cardenal Macharski cuya diócesis es el centro donde se esparció la devoción y fue el patrocinador de la Causa de Sor Faustina, escribió que debemos utilizar la cuaresma como una preparación para la fiesta y confesarnos aún antes de la Semana Santa!. De modo que está claro que los requisitos de confesión no tienen que cumplirse el mismo día de la fiesta. Esto sería una carga imposible para el clero. Los requisitos de la comunión pueden ser cumplidos fácilmente en ese mismo día ya que es día de obligación siendo un Domingo. Solamente necesitaríamos confesarnos otra vez, si este sacramento se recibió temprano en la cuaresma o en la Pascua, o si estamos en pecado mortal en el día de la fiesta.

viernes, 29 de abril de 2011

Beatificación Juan Pablo II




Oración para implorar favores por intercesión del
PROXIMO BEATO Juan Pablo II

Oh Trinidad Santa,
Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II
y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de
la cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor.

Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal
intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen
Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana
ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.

Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que
imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de
tus santos. Amén

Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén

jueves, 28 de abril de 2011

Dios es Amor

La revelación más alta

Una de las cumbres más altas de la revelación bíblica es aquella expresión, concisa y audaz, de la Primera Carta de Juan: <<Dios es Amor>>. En ella se condensa, de cierto modo, todo lo que sabemos de Dios y todo lo que Él espera de nosotros.
Sin embargo, para captar en su hondura esta síntesis de nuestro conocer sobre Dios, y para entenderla como Él quiere, hemos de tener presente que la palabra <<amor>> no es un saco vacío que cada uno puede llenar según su gusto o su criterio. El amor tiene un rostro definido en Jesucristo, el Revelador del Padre. Así como es grande saber que <<Dios es amor>>, así es pobre quedarnos con nuestras escalas y modelos de amor, sin atender a Jesucristo, en quien el amor adquiere todo su sentido y muestra todo su poder.
Con otras palabras: sabemos que <<Dios es amor>> porque Él nos amó primero (1 Jn 4,19). Dios primero llenó de contenido la palabra <<amor>> a través del camino que Jesús anduvo con nosotros, y luego nos permitió reconocer en ese amor manifiesto la señal inequívoca de su propio ser, de su propia esencia.

¿Y qué es amor?

El amor comprende en su rica realidad una multitud de dimensiones que se traslapan y fecundan mutuamente: es sentimiento, no cabe duda, pero también pasión, fuerza, vivencia, voluntad, experiencia de vida, fuente de alegría.
Además, el amor es principio de acción y raíz de toda genuina comprensión de otra persona. Nadie ama lo que no conoce, es verdad, pero nadie comprende a quien no ama.
Su naturaleza es paradójica. Asociamos el amor con casi todo lo bueno y vigoroso que tenemos, hasta el punto que una vida sin amor nos parece y de hecho resulta invivible. Mas, por otro lado, el amor nos hace capaces de sufrimiento: nos des-centra, y por ello nos hace depender del bien, la alegría y el futuro de aquellos a quienes amamos.
Así resulta que el mismo amor nos hace fuertes para luchar y débiles para sufrir.
De hecho, a menudo llegamos a conocer el amor que alguien nos tiene cuando le vemos sacrificarse y llegar a sufrir por nosotros. Así sucede por caso típico con nuestros papás. Al paso de los años llegamos a descubrir cuánto han hecho y padecido por nosotros y entonces quedamos convencidos de su inmenso amor.

Nuestro ser está <<diseñado>> para el amor

Ahora bien, el lenguaje del amor resulta comprensible a nuestro sentir y pensar porque nuestro ser mismo es sensible a la realidad de la donación del ser. Como diría Santo Tomás de Aquino, el ser de la creatura es “contingente”: no es debido, no tenía que existir.
El hecho mismo de nuestra existencia, entonces, nos abre a la realidad de una donación primera que no podemos entender sino como un acto fantástico de azar o un acto prodigioso de amor.
Si aceptamos lo primero, diremos con los existencialistas ateos que la vida no tiene más sentido que el cada quien le asigne, y cuando alguien desfallezca en su esfuerzo de alimentar su propio ser, no habrá más puertas que la nada, la náusea y el suicidio.
Si por el contrario, aceptamos lo segundo, de cierto que la vida se convierte en el terreno mismo en que florece el amor, y sus días son como los renglones en que esta palabra, breve pero inacabable, se va desgranando con las horas y los eventos felices o tristes de nuestra pequeña historia.
Y una vez que descubrimos el existir como regalo aprendemos también a recibir todo lo creado como expresión de un amor que nos antecede, nos sobrepasa y nos abriga. Así llegamos a sentir que <<Dios, el Creador, es Amor>>.

La gracia, culmen del amor

Pero nuestra breve reflexión no puede seguir sin más su alegre andadura. Es verdad que existe la alegría de estar en medio de la creación, con toda su belleza y el resplandor de verdad que nos regala, pero esa misma creación es codiciada por los hombres, y de sus codicias nacen riñas, envidias, soberbia, violencia. Ya desde el comienzo, desde Caín y Abel, la creación, que debiera ser jardín de todos, se ha convertido en arena de combates y escenario de batallas. ¿Destruye esto la revelación del amor?
Por obra del pecado el mundo se convirtió en lenguaje de odios, concupiscencias crueldad y absurdo. Pero no para siempre. Dios iluminó la conciencia de su pueblo elegido dándole los mandamientos, y luego infundió en Israel la firme esperanza de un día distinto, que habría de llegar con Jesucristo.
La gracia, expresión viva del perdón que hace nuevas todas las cosas, es el gran mensaje del Mesías. Su manera de predicar, sus milagros, sus exorcismos, sus noches cargadas de oración y días cargados de misericordia... todo ello es un lenguaje nuevo y hondo que nos remite a la noticia magnífica de la gracia: <<tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo Unigénito...>> (Jn 3,16).
Nuestra existencia era y es debida al amor creador; nuestra paz con el Creador era y es debida al amor redentor, al amor de gracia en el cual hemos encontrado a Dios despojándose de sí mismo (Flp 2,5-11), de modo tal que, como escribe Santa Catalina de Siena, <<más no nos podía dar>>.
Es entonces en el despojo de sí mismo, expresión de una donación absoluta, es allí sobre todo, en la hora de la cruz, donde descubrimos quién es Dios. Es allí donde aprendemos a decir con abismado asombro: Dios es amor

Fuente: Fr. Nelson Medina

lunes, 18 de abril de 2011

De la página al corazón

Un antiguo método de orar con las Escrituras















El que tiene sed de Dios estudia con afán y medita en la palabra inspirada, porque sabe que así encontrará a Aquel cuya presencia anhela (comentario de San Bernardo sobre el Cantar de los Cantares, Sermón 23.3)

“Me muero de ganas de salir de vacaciones.” “Tengo mucho interés en almorzar contigo.” “La próxima semana concluiré una gran venta.” “El sábado iré de compras con mi mamá.” ¿Qué tienen de común estas frases? Todas denotan la expectativa de experimentar algo bueno que va a suceder.

Bien, pero ¿qué tienen que ver las expectativas como éstas con el estudio de la Sagrada Escritura? ¡Mucho! Existe un vínculo poderoso entre la gracia disponible en la Sagrada Escritura y nuestra propia fe. En palabras sencillas, mientras más esperemos que Dios actúe en nosotros cuando leemos la Biblia, más abiertos estaremos para escuchar su voz y experimentar su presencia.

Si miramos lo que encierran las palabras de San Bernardo, veremos la convicción de que, buscando al Señor en la Escritura, tendremos una experiencia personal y profunda con Cristo. San Bernardo estaba convencido de que la Escritura nos puede acercar a Jesús y tener un impacto profundo en la manera en que amamos, pensamos, hablamos y vemos el mundo. Mientras más lleguemos a conectarnos con las palabras de San Bernardo (teniendo sed de Dios, meditando y estudiando) menos nos costará encontrarnos con Jesús y enamorarnos de Él.

En este artículo queremos dirigir la atención hacia un método de oración que se hace usando la Escritura y que dispone el alma para llegar a la intimidad con el Señor de la que hablaba el santo.

La promesa de la Escritura. Colosenses 3,16-17. Existe una antigua tradición en la Iglesia, que es bien conocida porque es capaz de disponer el corazón de los fieles a recibir la revelación del Señor, es el método llamado la Lectio Divina, palabras que significan “lectura inspirada.” Este método, que se desarrolló en los monasterios de Europa, consiste en cuatro pasos: leer un pasaje de la Escritura, meditar en la Palabra leída, orar usando la Palabra y contemplar la Palabra.

En sus fundamentos básicos, la Lectio Divina supone que Dios le ha impartido una gracia especial al texto de la Sagrada Escritura, y si bien es útil meditar y orar con las palabras que haya pronunciado un santo o un prestigioso doctor de la Iglesia, la Escritura es superior a cualquier otro escrito en su capacidad de transportarnos a un nivel nuevo y más profundo de entendimiento y experiencia del Señor. Es cierto que podemos recibir grandes enseñanzas leyendo los escritos de santos famosos, como Santa Teresa de Ávila o Santo Tomás de Aquino, pero solo la Sagrada Escritura puede llegar a ser para nosotros una puerta de entrada hacia el propio corazón y la mente del Padre.

Lectura de la Palabra. ¿Cómo se practica este método de la Lectio Divina? Antes de empezar, conviene adoptar una postura y actitud correctas. Busca un lugar de quietud donde puedas leer y orar sin interrupciones. Trata de olvidarte de tus obligaciones por ese momento. Luego, dedica unos minutos a relajarte, aquietar tu ser y llegar a la presencia del Señor. Pídele que abra los ojos de tu corazón mientras tú lo contemplas a Él; pídele al Espíritu Santo que te revele los misterios del cielo y derrame sobre tu persona el amor de Dios. Finalmente, pídele que vaya guiando tus pasos por el camino de la verdad.

A continuación, escoge el pasaje de la Biblia que vayas a usar para rezar. Algunas personas empiezan con el Génesis y van avanzando por las páginas de la Biblia; otras prefieren empezar por algún libro específico, por ejemplo, el del profeta Isaías o la Carta a los Hebreos. A otros les gusta meditar en los evangelios, o bien prefieren leer las cartas de San Pablo, San Juan o San Pedro. Los pasajes que escojas deben ser los que tú prefieras y, para los que recién empiezan a usar este método de oración, es útil leer los pasajes que mejor conocen, como un evangelio o algún salmo.

Cuando hayas escogido el pasaje, léelo varias veces, tal vez en voz alta, ya que eso te ayudará a concentrarte más plenamente en el mensaje. Si hay aspectos del pasaje que te resulten difíciles de entender, busca un comentario bíblico o consulta el tema en el Catecismo de la Iglesia. De cualquier manera, procura tener la certeza de que llegues a entender bien lo que te esté diciendo el pasaje leído.

Además, la forma como leas el pasaje puede influir mucho en el resultado final y en lo que logres conseguir. Lo mejor es que, al momento de leer, también procures escuchar aquella voz suave y susurrante de Dios, que anhela hablarte directa y personalmente, como lo hizo con el profeta Elías hace muchos siglos (1 Reyes).

Meditación con la Palabra. Esta atención que uno pone al escuchar la voz suave y susurrante del Señor es lo que ayuda a pasar de la lectura a la meditación. Una cosa es entender el pasaje, ya sea leyéndolo con atención o a través del uso de comentarios, pero otra cosa es pedirle al Espíritu Santo que te “abra” el entendimiento para que comprendas bien el sentido profundo del mensaje que hayas leído y estudiado.

Si hay un versículo en particular que te haya resultado interesante o revelador, dedica tiempo a meditar en lo que dice, y tal como la Virgen María atesoraba en el corazón y ponderaba todo lo que Jesús decía y hacía (Lucas 2), de esa misma manera podemos dejar que las palabras de la Escritura interactúen con la fe, los pensamientos y los deseos que llevamos en el corazón. De esta forma, la Palabra de Dios llega a ser nuestra propia palabra, la fuente de sabiduría, esperanza y sentido en la vida.

Al meditar en el pasaje que hayas escogido, deja que tu mente actúe libremente y no enfoques la atención en algo que no te llegue al corazón. Este tipo de experimentación es esencial para cualquier persona que desee aprender a escuchar la voz de Dios meditando en la Sagrada Escritura.

Oración con la Palabra. Así como la lectura y el estudio ceden el paso a la meditación, así también la meditación da paso a la oración, aquella conversación del corazón con el Señor Dios Todopoderoso, que reina con su majestad suprema sobre toda la tierra. En este tipo de oración, le ofrecemos al Señor nuestras expresiones de alabanza y gratitud por su misericordia ilimitada y recordamos las muchas bendiciones que nos ha prodigado.

Una de las bendiciones de la Escritura es que las palabras sobre las que meditamos pueden ser el punto de partida de nuestra oración. Cuando alabamos y le damos gracias a Dios, hay algo asombroso que comienza a suceder, ya que descubrimos que nos vamos enamorando de las palabras de la Escritura, aquellas palabras que han abierto nuestro ser a la presencia y el poder de Dios. También encontramos que estas palabras tienen un gran sentido en la vida personal, y descubrimos que aquello que les sucedió al apóstol San Pablo, al Rey David o a la Virgen María también nos puede suceder a nosotros. Este entendimiento de que nuestra vida puede ser un reflejo de la vida de los héroes de la Sagrada Escritura es apasionante y despierta en nosotros un amor a Dios más grande aún.

Por ejemplo, conforme leas y medites sobre la parábola del hijo pródigo, seguramente percibirás que Dios te perdona algún pecado que tal vez habías pensado que era imperdonable, o quizás percibas que Dios te dice lo mismo que aquel padre le dijo a su hijo mayor: “Todo lo que tengo es tuyo, ven y recíbelo. No guardes resentimientos ni odios. Despójate de todo eso y disfruta de todo lo que yo te he dado.”

En el proceso de pasar de la meditación a la oración, uno llega a entender que la Sagrada Escritura no es solo un libro histórico o una colección de narraciones reservadas para celebrar la Misa, sino que es una palabra que comunica vida y que Dios nos la ha dado para ayudarnos a crecer en nuestra relación con Jesús. Esta capacidad especial de la Sagrada Escritura es uno de los misterios fundamentales de nuestra fe. No siempre es fácil explicar o entender por qué la Sagrada Escritura tiene esta habilidad especial, pero es claramente algo que todos podemos experimentar.

Contemplación de la palabra. Finalmente, la oración nos lleva a la contemplación y, como también sucede con una pareja de esposos de edad avanzada —que después de muchísimos años de matrimonio siguen disfrutando de su mutua compañía, de la tranquilidad y la paz, aún enamorados— así también nosotros reposamos con el Señor, permaneciendo tranquilos, quietos y silenciosos en su presencia, sabiendo que Él es nuestro Dios y disfrutando del hecho de sentirnos inundados de su amor, limitándonos simplemente a recibirlo.

En esta etapa final de la Lectio Divina, no se necesitan muchas palabras; tal vez ninguna. Simplemente permanecemos quietos y dispuestos a recibir lo que Dios quiera decirnos, aceptando todo lo que Él quiera hacer en nuestra vida. En el sentido más profundo, nos encontramos compartiendo la comunión con el Señor que tuvieron los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, la misma experiencia que transformó al profeta Isaías y la misma comunión que tuvieron San Pablo en su apostolado y San Juan en su devoción.

Es cierto que, para algunos, la Lectio Divina requiere cierta práctica, pero es una manera maravillosa de encontrarse con Dios y profundizar nuestra relación con Él. Si en este año te dedicas a leer la Biblia experimentando con esta antigua forma de oración y presenciando lo que el Espíritu Santo haga en tu vida, recuerda siempre las palabras de San Bernardo, que son tan verdaderas hoy como lo fueron cuando él las escribió hace nueve siglos atrás: “Los que tienen sed de Dios, encontrarán —mediante el estudio, la meditación y la oración— a Aquel a quien anhelan abrazar de todo corazón.” Y entre ellos estamos todos nosotros.

Fuente: la-palabra.com

martes, 12 de abril de 2011

Pregón de Semana Santa



Oraciones de la Pascua Cristiana



DOMINGO DE RAMOS

ORACION PARA REZAR EN FAMILIA
ORACION ANTES DE COLOCAR EL RAMO BENDITO 
EN EL CRUCIFIJO DE LA CASA (O EN OTRO LUGAR) .

Señor Jesús, con este mismo ramo te acompañamos hoy 
a recordar tu entrada en Jerusalén, con nuestra presencia en el templo
dijimos que somos tus seguidores y que tú eres el rey de los reyes.
Ahora te pedimos que protejas a nuestra familia de todo mal 
y nos conviertas en testigos de tu amor y tu paz,
para que un día podamos reinar contigo en la Jerusalén celestial,
donde vives y reinas por los siglos de los siglos amén.

ORACION DE JUEVES SANTO

ORACION DE LA FAMILIA POR LOS SACERDOTES

Señor Jesús, hoy celebramos nuevamente tu última cena
y recordamosque en ella instituiste el sacerdocio ministerial,

la eucaristía y el mandamiento supremo del amor.
Nuestra familia quiere ahora pedirte por los sacerdotes que nos diste,
para que fueran nuestros pastores. 
Ellos salieron de una familia como la nuestra,
para servir a todos los hombres.
Danos Señor, un corazón de hermanos para comprender sus debilidades
y alentarnos en la misión que les encomendaste.
También queremos decirte que necesitamos sentir hambre del pan
de la eucaristía para que el amor de nuestro hogar 
nunca se debilite, sea fecundo y servicial.

ORACION PARA VIERNES SANTO

PARA QUE LA FAMILIA RECE DELANTE DE UN CRUCIFIJO

Señor Jesús, hoy revivimos el dolor de tu muerte sintiendo nuevamente 
el dolor del impacto que ella tiene en nuestras vidas.

Gracias porque diste tu vida para salvarnos y sufriste para redimirnos.
En esta pequeña iglesia que es nuestro hogar,
queremos confiarte aquellos sufrimientos y penas 
que a veces no aceptamos con demasiado amor.
Debemos confesar avergonzados que frecuentemente
nos quejamos de las cruces que nos impone la vida familiar,
y no nos damos cuenta que deberíamos abrazarlas 
con el mismo amor que Tú lo hiciste.
Ayúdanos Señor, para que a ejemplo tuyo todo lo compartamos,
las alegrías y las penas, y tengamos siempre presente
que los sacrificios asumidos con amor conducen a la vida nueva
que conquistastes con tu resurrección.
Todo esto te lo pedimos animados por el ejemplo de tu madre,
la Virgen dolorosa, que supo acompañarte 
en el dolor y ahora está junto a ti,
donde vives y reinas por los siglos de los siglos, amén.

DOMINGO DE PASCUA
ORACION PARA BENDECIR LA MESA E INVOCAR
LA PROTECCION DIVINA SOBRE LA CASA.


Hoy es el sagrado día de pascua en que Jesús venciendo a la muerte
volvió a la vida para que nosotros tuviéramos VIDA en abundancia.

Como corresponde a una familia cristiana, imploremos la bendición divina.
sobre nuestra familia y nuestra casa 
(digamos después de cada invocación)
"Bendícenos Señor porque somos tus hijos"
- Porque con la resurrección de Jesús venciste la muerte para siempre...
- Porque sellaste una alianza de amor con todo tu pueblo...
- Porque nos liberaste de la esclavitud del pecado...
- Porque nos diste la gracia de ser una familia cristiana...
- Porque prometiste a quienes te son fieles bendecir a los hijos de sus hijos...
- Porque nos das la oportunidad de renovar nuestras vidas en esta pascua...
- Porque nos permites ganar nuestro pan y nos colmas de tus bienes...
- Porque nos reanimas con tu ayuda en medio de las dificultades...
- Porque un día nos reunirás con los seres queridos en la mesa celestial... JESUS resucitó! Amén.

jueves, 7 de abril de 2011

Hacer Ejercicios Espirituales


Aunque este artículo se refiere en concreto a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, el motivo de incluirlo aquí es porque nos puede aprovechar y ayudar a preparar interiormente para los ejercicios de la próxima semana en nuestra parroquia.

"El silencio te habla. Encuéntrate a ti mismo en el silencio. Ponte en marcha, al encuentro del silencio. Quien dice silencio, dice Ejercicios en retiro: oasis de paz, remanso de calma, alto en el camino. El silencio pacifica el alma, tonifica los nervios, sosiega el espíritu y hace hallar a Dios. El altavoz de Dios es el silencio. A eso vienes: a pasar unos días a solas contigo mismo y con Dios. A hacer Ejercicios. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.No te imagines que los días que vas a pasar aquí van a ser días tristes y aburridos: tendrás ocupación abundante e interesante. No creas que vas a tener muchos rezos y a oír largos sermones.


Los días de Ejercicios son días alegres y tranquilos. Lo que tendrás que hacer en ellos será pensar mucho. Hacer Ejercicios no es solo oír conferencias sobre temas de espiritualidad. Hacer Ejercicios es trabajar intensamente durante varios días en vencerse a si mismo, en dar orientación definitiva a su vida y poner orden perfecto en ella y en todos los afectos del corazón. No es lo mismo jugar un partido que asistir a el como mero espectador. El protagonista en Ejercicios eres tú. Tú, y no el Director, desempeñas el papel principal. Todo gira alrededor de ti. Todo depende, después de la gracia de Dios, de tu trabajo personal. Los Ejercicios requieren activismo vital.


Cuanto mas pienses tu, y medites y reflexiones, tanto mejor harás Ejercicios. Cuanto mas te apropies lo que oyes y mejor te lo asimiles, tanto mayor fruto sacaras de los Ejercicios. Cuanto mas te dejes empapar de los sentimientos de cada meditación y mejor te pongas a tono con las materias que vayas meditando, tanto mayor efecto producirán en ti. Cuanto mas pidas a Dios y mas íntimamente comuniques con El, tanto mayores serán las maravillas que se obraran en tu alma. Los Ejercicios son fragua de grandes caracteres y de grandes santos. Los Ejercicios irradian luz que disipa las mas densas tinieblas de la mente. Sosiegan toda inquietud interna. Hacen brotar en el alma un surtidor perenne de alegría. La robustecen para recorrer sin cansancio el camino del deber. Los Ejercicios arreglan el pasado y disponen para el futuro. Para el alma atormentada, son un sedante. Para el alma extraviada, orientación. Luz y paz. Alegría y fortaleza.


No temas esperar demasiado de los Ejercicios. No temas una decepción. Trabaja animosamente por tu parte y sobre todo, pide insultantemente a Dios que te ilumine y te ayude. Emprende con valentía la solución del problema de tu vida. Tienes que salir de Ejercicios orientado, decidido, transformado. Vienes quizás como llegó San Ignacio a su casa después de la derrota de Pamplona: herido y enfermo. Tienes que salir como salió él algún tiempo después: resuelto a ser un verdadero cristiano y, si Dios te lo pide, un apóstol y un santo.


Hacer Ejercicios: es emprender una aventura espiritual de trascendencia para toda la vida. Hacer Ejercicios: es una de las cosas mas serias y mas importantes que se pueden hacer. Vale la pena de que lo tomes en serio y que lo pruebes muy a fondo. Así que procura darte cuenta ahora, al principio y pregúntate: ¿como vengo yo a los Ejercicios? ¿Qué problema traigo?"


Fuente: Manual para hacer los ejercicios de san Ignacio por el Padre Tirso Arellano, S.J.