viernes, 21 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD


Frohe Weihnachten!
 
 "Un Niño nos va a nacer, su Madre  lo mostrará, y Él,
con los brazos abiertos, nos atraerá de nuevo hacia Él".
Este misterio entrañable de la Navidad que celebramos en la liturgia cada año, hay que vivirlo y compartirlo. 
El Niño Jesús se nos muestra en el pesebre en toda su grandeza y sencillez. Es Dios mismo hecho hombre.
Dios mismo que se acerca al hombre, y le abre, a través de su propio Hijo, las puertas de la vida eterna.
Él espera nuestra respuesta a través de la  fe, el Año de fe.
En estos días en que, con la familia y  los amigos celebraremos la Navidad, hagámonos presentes en Belén, recibiendo a Jesús  Sacramentado.
Dejémonos abrazar por Él y llevemos este abrazo fraterno a todos, especialmente a quienes, por el dolor o la crisis, sufren. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

8 de Diciembre Festividad de la Inmaculada Concepción

Oración Bendita sea tu Pureza

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea: La pureza es virtud eminentemente positiva que hace grata a Dios a la persona que la vive. Es la virtud de la belleza, de la blancura del alma. Eleva al hombre hacia las cosas divinas. Espiritualiza y engrandece. Estos dos versos son una alabanza a María. Concebida sin mancha, siempre fue pura y limpia más que el sol (…) Nadie como Ella vivió —ni vivirá— con tanta delicadeza la pureza.

Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza: La Virgen María es la obra maestra de la Creación. Ella es toda blancura, sin mancha posible. Reina de la luz, que no tiene menguantes como la luna, ni ocasos como el sol, sino siempre luz toda luz, sin mezcla de sombra de ninguna clase. Más que Ella sólo Dios.

A Ti celestial Princesa, Virgen Sagrada, María: El alma se dirige a María, recordándole su realeza y su virginidad (…) No se llama a María “la humilde, ni la obediente”, aunque fue todo eso y modelo acabadísimo de todas las virtudes; en cambio se le dice “la Virgen” y parece que ya está dicho todo con llamarla así.

Yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón: Es el ofrecimiento que el hombre hace de su ser a María, Madre nuestra por designio divino. Desde hoy, que es el primer día del resto de vida que a cada uno le queda, sin perder un instante más, ofrece el hombre aquello que más aprecia: el alma, con sus facultades, inteligencia y voluntad; su propia vida, regalo inmenso de Dios; y el corazón, para que la Virgen lo tome y le alcance la gracia de conservarlo limpio, y así gozar en la eternidad de la visión de Dios.

Mírame con compasión: Es una petición de misericordia que hace el alma, con la seguridad de ser atendida por María, porque Ella es Madre, y la mejor de las madres, que siempre está pendiente de sus hijos y se compadece de ellos.

No me dejes, Madre mía: Lleno de confianza en el poder y la bondad de Santa María y sabiendo que, como Madre buena, oye los ruegos de sus hijos, le suplica el alma con todo el fervor del corazón que no le deje de su mano, porque si Ella le deja se perderá para siempre.

martes, 4 de diciembre de 2012

Consagración al Espíritu Santo

Recibe, ¡oh! Espíritu Santo la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus inspiraciones.

¡Oh, Santo Espíritu, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado Jesús!

Gloria al Padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

sábado, 27 de octubre de 2012

Testimonio

“El Señor los envía a predicar y colabora confirmando la Palabra predicada con signos.”
(Testimonio de las maravillas del Señor por la predicación de Saulo Hidalgo).

Cuando los días 9, 10 y 11 de Diciembre de 2011 se celebraba la Asamblea Regional de la Renovación Carismática Católica de Canarias, David y Nazaret llevaban casi dos años intentando tener un bebé y a pesar de los numerosos tratamientos a los que se sometió Nazaret, el bebé no llegaba.
Esos días se encontraban en Madrid disfrutando de una semana de vacaciones pero en la mente tenían presente la cita del 20 de diciembre con el ginecólogo pues las cosas no iban bien.

Fue durante la oración ante el Santísimo del sábado 10 por la noche cuando el predicador Saulo Hidalgo anunció en una palabra de conocimiento que “en el próximo año darían a luz dos mujeres que no habían podido quedar embarazadas y que en la próxima Asamblea darían testimonio de lo que el Señor ha hecho en ellas. Una no se encuentra aquí pero sí su familia”.
Nos encontrábamos en la Asamblea su madre Charo, su tia Asun, su hermano Miguel Angel, su primo Antonio y hermanos de la Comunidad Anunciación de María de La Orotava.
Inmediatamente todos pensamos en Nazaret, ya que llevábamos tiempo rezando por ellos.

Llegó el día 20 y después de la revisión el ginecólogo se sentó a explicarle a Nazaret que debido a su problema (no le venía regularmente la menstruación y tenían que provocársela) el embarazo podía tardar mucho en llegar o incluso no llegar nunca. Así que les recomendó comenzar el tratamiento In Vitro en el Hospital.

A Nazaret se le vino el mundo encima, “no quería tener un niño de esa manera tan fría y programada”, pero en el fondo de su corazón sentía que si no llegaba de manera natural era porque tal vez no estaban preparados para ser padres.
También le recetó unos anticonceptivos que debía tomar durante unos meses para que sus ovarios “descansaran” hasta que la llamaran del Hospital para empezar el tratamiento.
Así que salió de la consulta “con sus planes y sus muebles de la cabeza totalmente descolocados y con la receta de los anticonceptivos en la mano”. Se fue a su casa y llorando desconsolada le dijo a David “que ya estaba bien, que estaba cansada y que no iba a tomar ningún tratamiento más”.

Esa decisión en plena rabieta resultó ser importante porque cuatro días más tarde quedaría embarazada.

Transcurría el mes de Enero y estando embarazada (aunque ella aún no lo sabía) le recetan por un problema de espalda a causa de una caída, unos tratamientos muy fuertes, le hacen varias radiografías y pinchan varios relajantes musculares.
Por entonces ya empezaba a sentirse “algo rara” y decidió hacerse un test de embarazo. El resultado dio positivo.

Lo primero que pensó fue que debía tratarse de un error, probablemente los tratamientos habían alterado el resultado del test. De camino a casa de su madre compró dos test más y sin decir nada entró al baño y se hizo otra prueba con resultado POSITIVO.

No se lo podía creer, por su cabeza pasaban tantas cosas... no paraba de pensar en todo el tratamiento que había tomado y los pinchazos y sobre todo pensaba que era imposible. Salió del baño temblando y llorando y lo primero que hizo fue ir al calendario de la Medalla Milagrosa que su madre tenía en la cocina. Empezó a hacer cuentas, contar nueve meses y buscar en el calendario el mes de Septiembre.
En ese momento supo con seguridad que iban a ser padres cuando leyó en la frase que acompañaba al mes de septiembre “Ahí tienes a tu Madre”.
Así que comunicó la buena noticia a su familia.

Poco después le dijo a su madre Charo que si era niño le pondrían Pablo y si era niña Sara. Y su madre le dijo que sería niña, porque en su oración personal el Señor le había dado una Palabra que hablaba de Sara la mujer de Abrahán.

Cuando tenía varios meses David y Nazaret fueron a la Basílica de la Candelaria a dar gracias por el embarazo y en la tienda de artículos religiosos David preguntó por algún símbolo cristiano para un bebé y le ofrecieron un escapulario de la Virgen. Le dijeron que lo hacían unas religiosas y que llevaba en su interior una inscripción con una cita bíblica.
Se abrió y la cita era la siguiente:

Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles,
Fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes,
Colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra
Con las señales que la acompañaban
Mc. 16, 19-20

Desde el primer momento el embarazo de Nazaret fue de alto riesgo y tuvieron que pasar muchas pruebas para ver su sueño hecho realidad.
Por fin, el 13 de Agosto dio a luz una preciosa niña: Sara.
Llegó casi un mes y medio antes de lo previsto, debido a una complicación en ese momento del embarazo con serio riesgo para la vida de la madre y la hija.

A pesar de “haber pasado por todos los miedos que a una madre se le pueden presentar durante el embarazo y sobre todo con los problemas tan serios que tuvo en el parto, Nazaret siempre sintió que todo iba a salir bien”.

Ante cualquier duda o debilidad siempre revoloteaba en su mente:

“Ahí tienes a tu Madre” y volvía a sentir tranquilidad.

El mismo día del parto nos enterábamos que la siguiente Asamblea que sería en el mes de septiembre de 2012 tendría por lema: “Ahí tienes a tu Madre”.


Comunidad Anunciación de María (La Orotava - Tenerife)

jueves, 27 de septiembre de 2012

Testimonios de la Asamblea Nacional 2011




El pequeño Alejandro no creció nada durante un año... hasta que el padre Kelly rezó por él.

Ocurrió en Madrid. Tres centros médicos y dos pruebas distintas lo certificaban: no tenía hormona de crecimiento. Todo cambió después de aquella oración.

Jaime Kelly es un misionero del Sagrado Corazón, un irlandés afincado desde hace décadas en Venezuela, que habla muy bien español. En julio de 2011 predicó en Madrid, en la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática, ante unas 2.300 personas.

Oró por los enfermos y delante de todos se puso a caminar la joven Sara Quiroz, muy conocida por los carismáticos de Madrid, durante mucho tiempo atada a sus muletas y su silla de ruedas. Su testimonio puede encontrarse también en YouTube. En esta versión ella misma lo explica en Radio María al padre Esteban Munilla.



Una curación que no era evidente
La curación de Sara fue evidente e inmediata. Pero se produjo otra, médicamente documentada, que no fue evidente en ese momento y que cuentan ahora sus protagonistas: Susana Bellido, de 34 años, y Pedro Miguel Perales, de 41, un matrimonio de Azuqueca de Henares, con cuatro hijos, que actualmente tienen 10, 5, 3 y 1 año.

El que se curó fue el segundo, Alejandro. Su problema, confirmado en el Hospital de Guadalajara, con dos pruebas distintas separadas por un mes: carencia de hormona de crecimiento. De los 2 a los 3 años, el niño casi no creció.

El niño que no crecía
"Desde pequeño Alejandro padecía reflujo gastroesofágico, una inmadurez del sistema digestivo que padecen muchos niños pero que se va antes de cumplir un año. Sin embargo, en su caso se mantenía", explica Susana. "Siempre estaba por debajo del crecimiento que le tocaba según las tablas, aunque iba creciendo algo. Pero de los dos a los tres años se paró: creció apenas un centímetro".

El especialista endocrino ordenó unas pruebas en el Hospital de Guadalajara. "Primero hicimos la prueba con arginina, que indicó que el niño tenía déficit de la hormona de crecimiento. El tratamiento era caro: unas inyecciones que valen 1.100 euros al mes, que han de aplicarse hasta los 15 años. La Seguridad Social, para financiarlo, pedía un segundo análisis, que se hizo al cabo de un mes, el análisis de insulina, una prueba peligrosa. Y el segundo análisis confirmó lo que decía el primero", explica Pedro, el padre.

"Pero ya empezaban los recortes en salud y la Seguridad Social anunció que no iba a cubrir nuetro caso, que si queríamos podíamos buscar otra opinión, la valoración de un centro privado", recuerda Susana. Lo llevaron al Hospital Niño Jesús, de Madrid, donde empezaron a medir su ritmo de crecimiento, y por el seguro de Sanitas, con un médico de la Moraleja: por eso, en julio, poco antes de la asamblea, les constaba que el niño apenas había crecido un centímetro en varios meses. Era algo constatado por tres centros médicos distintos. Y entonces llegó el padre Kelly a Madrid, y Susana y Pedro acudieron a la Asamblea carismática.

La adoración y la oración del cura
El sábado, en el descanso de la tarde, un amigo de su grupo de oración llevó al pequeño Alejandro a la sacristía, a que el padre Kelly orase muy brevemente por él. Era el mismo descanso en que Kelly oró por Sara y la vio caminar. "Luego, en el momento de la adoración, mi marido acercó mucho al niño al Santísimo, y cuando el padre Kelly dijo que había un niño que se estaba curando pensé que era el mío".

Pero no era algo que se pudiese ver de inmediato. El padre Kelly se quedó unos días en Madrid con motivo de la JMJ, y el matrimonio pudo verse con él en un par de encuentros más, cuando iba a rezar a casa de algunas familias y en una eucaristía. Kelly rezó de forma más detenida por el niño.

La prueba y los doctores
Y en la prueba de septiembre quedaron asombrados: ¡había crecido 4 centímetros de golpe, desde julio! Y estaba creciendo al ritmo normal. Y sin poner ni una sola de las caras vacunas. Repitieron los análisis: la hormona de crecimiento estaba ahí y funcionaba perfectamente. "Pregunté a la doctora del Hospital Niño Jesús si eso era normal, si podía explicarse. Me dijo que no podía decirnos a qué se debía el cambio".

Susana y Pedro hablaron por primera vez de la curación en Semana Santa. Sólo conocían la Renovación Carismática de unos meses antes de la curación, pero su fe ya era fuerte antes de esa sanación.

La conversión venía de antes
"Mi conversión fue el 23 de septiembre de 2010, en un retiro carismático", explica Pedro. "Yo no tenía necesidad de Dios, me escaqueaba de misa. Mi mujer y su familia eran de ambientes del Opus Dei, pero a mí ese estilo no me encajaba. Sandra, compañera de trabajo de mi mujer, y su marido, Pablo Emilio, nos invitaron a ese retiro. A mí no me gustaba nada aquello, la alabanza, los gestos, me parecía exagerado. Me sentía ausente, ajeno".

Entonces sucedió algo que afectaría a Pedro para siempre. "Sandra, durante esa oración, anunció que ´alguien siente que tiene un corazón de piedra, y Dios va a hacer que se convierta en un corazón de carne´. Y en ese instante sentí que yo estaba paralizado. ¡No me podía mover! No podía levantar ni un dedo. Al principio me dominó la angustia, tenía taquicardia... pero después sentí que me relajaba, que había paz, que algo se estaba sanando. Algo me había pasado. Pablo Emilio y Sandra notaron que me sucedía algo, me preguntaron si quería que rezasen por mí, lo hicieron allí mismo. Y cambié. Desde entonces, siempre tengo unas ganas locas de rezar. Rezo el rosario en el coche cada día, al ir y al volver, y busco momentos para dar gracias a Dios".
La curación del pequeño Alejandro fue una gran alegría pero "cuando la contamos a la gente no lo aprecian, no le dan importancia; incluso a mi familia, que es de misa de domingo pero nada más, les dices que crees que Dios ha hecho un milagro y ves que mucha gente pone caras tensas, que no lo escuchan", lamenta Pedro.
Fuente: Religion en Libertad.

martes, 18 de septiembre de 2012

XX Asamblea Regional de la Renovación Carismática Catolica de Canarias

Bajo el Lema
Ahi tienes a tu Madre (Jn 19, 27a)

Dios hace posible que nos reunamos una vez más todos los hermanos de cada una de nuestras preciosas islas.
Tenemos el placer de invitarle a nuestra fiesta anual, que en este año celebramos la XX Asamblea. Nos gustaría contar con su presencia y muy especialmente con su oración.
Como puede ver en el cartel, las fechas son 28 al 30 de Septiembre en el Centro de Congresos del Puerto de la Cruz, Hotel Taoro.

Las enseñanzas serán dirigidas e impartidas por el Padre Jaime Kelly. El cual nació en Irlanda y fue ordenado sacerdote en 1977. Es Misionero del Sagrado Corazón.
Creador de la Fundación María en Pentecostés y Lumen. En la actualidad es asesor de la Renovación Carismática Católica en Maracaibo (Venezuela).

Asimismo dirige la emisora, Radio Lumen 1.390 am "La Buena Noticia" ... y más...
Con su experiencia nos ayudará a comprender la Palabra de Dios, en especial la que confiamos que el mismo Dios nos ha dado para esta ocasión.

Pedimos la intercesión de nuestra Madre María para que este encuentro sea acogido, protegido y bendecido por Nuestro Señor Jesucristo.
Confiamos en su asistencia y colaboración y desde aquí y ahora, ya le damos las gracias.

Un cordial Saludo.
El Equipo Regional y Asesor Espiritual
RCC de Canarias.


domingo, 26 de agosto de 2012

Decálogo para leer con provecho la Biblia

Guía para la lectura de la Biblia que ha publicado Mary Elizabeth Sperry, directora asociada para el uso de la New American Bible en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB). Añadimos el Decálogo para leer con provecho la Biblia del Obispo de Querétaro.


* * *

La Biblia nos rodea. La gente oye las lecturas de la Sagrada Escritura en la iglesia. Tenemos leyes que toman su nombre de la historia del "buen samaritano" (Lucas 10), damos la bienvenida a casa al "hijo pródigo" (Lucas 15) y buscamos la "Tierra Prometida" (Éxodo 3, Hebreos 11). Algunos pasajes bíblicos se han convertido en refranes y expresiones populares, tales como "Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos" (Mateo 7, 12), "No robarás" (Éxodo 20, 15), "Amad a vuestros enemigos" (Mateo 22, 39).

El católico de hoy está llamado a una lectura inteligente y espiritual de la Biblia.

A continuación se ofrecen diez sugerencias para una lectura fructífera de la Sagrada Escritura.

Leer la Biblia sí es para los católicos. La Iglesia alienta a los católicos a que hagan la lectura de la Biblia parte de su vida diaria de oración. Al leer estas palabras inspiradas, las personas profundizan en su relación con Dios y llegan a entender su lugar en la comunidad de aquellos que Dios ha llamado para sí.

Orar al principio y al final. Leer la Biblia no es como leer una novela o un libro de historia. Deberíamos comenzar con una oración pidiendo al Espíritu Santo que abra nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura debería terminar también con una oración para que esta Palabra dé fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas más santas y más fieles.

¡Entérese de toda la historia! Al escoger una Biblia, busque una edición católica. La edición católica incluye la lista completa de los libros que la Iglesia considera sagrados, así como introducciones y notas para comprender el texto. La edición católica incluye una nota de imprimatur en el reverso de la página del título. El imprimatur indica que el libro está libre de errores doctrinales según la enseñanza católica.

La Biblia no es un libro; es una biblioteca. La Biblia es una colección de 73 libros escritos en el curso de muchos siglos. Los libros incluyen historia de los reyes, profecías, poesía, cartas que retan a nuevas comunidades de creyentes en dificultades, y relatos de la predicación y la pasión de Jesús transmitida por parte de los creyentes. El conocimiento del género literario del libro que se está leyendo le ayudará a entender las herramientas literarias que usa el autor y el significado que éste trata de transmitir.

Sepa qué es la Biblia -y también lo que no es. La Biblia es el relato de la relación de Dios con el pueblo que Él ha escogido para sí. No está escrita para ser leída como un libro de historia, ni de ciencia, ni como un manifiesto político. En la Biblia, Dios nos enseña aquellas verdades que necesitamos para el bien de nuestra salvación.

La suma es mayor que las partes. Lea la Biblia en su contexto. Lo que sucede antes y después-incluso en otros libros-nos ayuda a entender el verdadero significado del texto.

Lo antiguo tiene relación con lo nuevo. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se iluminan el uno al otro. Aunque leamos el Antiguo Testamento a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, éste tiene también su valor propio. Juntos, estos testamentos nos ayudan a entender el plan de Dios para la humanidad.

No están leyendo solos. Al leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, los católicos se unen a aquellos hombres y mujeres fieles que han tomado en serio la Palabra de Dios y la han puesto en práctica en su vida. Leemos la Biblia en la tradición de la Iglesia para beneficiarnos de la santidad y sabiduría de todos los fieles..

¿Qué me está diciendo Dios? La Biblia no se dirige sólo a gente que murió hace mucho tiempo en un lugar lejano. También se dirige a cada uno de nosotros en sus propias circunstancias. Cuando leemos, debemos entender lo que dice el texto y cómo han entendido los fieles su significado en el pasado. A la luz de este entendimiento, entonces nos preguntamos: ¿qué me dice Dios a mí?

Leer no es suficiente. Si la Sagrada Escritura se queda sólo en palabras en una página, nuestra tarea no ha terminado. Necesitamos meditar sobre el mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida. Sólo entonces puede la palabra ser "viva y eficaz" (Hebreos 4:12).

Decálogo para leer con provecho la Biblia

1. Nunca creer que somos los primeros que han leído la Santa Escritura. Muchos, muchísimos a través de los siglos la han leído, meditado, vivido, transmitido. Los mejores intérpretes de la Biblia son los santos.

2. La Escritura es el libro de la comunidad eclesial. Nuestra lectura, aunque sea a solas, jamás podrá ser en solitario. Para leerla con provecho, hay que insertarse en la gran corriente eclesial que conduce y guía el Espíritu Santo.

3. La Biblia es “Alguien”. Por eso se lee y celebra a la vez. La lectura mejor de la Biblia es la que se hace en la Liturgia.

4. El centro de la Santa Escritura es Cristo; por eso, todo debe leerse bajo la mirada de Cristo y cumplido en Cristo. Cristo es la clave interpretativa de la Santa Escritura.

5. Nunca olvidar que en la Biblia encontramos hechos y dichos, obras y palabras íntimamente unidas unas con otras; las palabras anuncian e iluminan los hechos, y los hechos realizan y confirman las palabras.

6. Una manera práctica y provechosa de leer la Escritura es comenzar con los santos Evangelios, seguir con los Hechos y las Cartas e ir entreverando con algún libro del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Jueces, Samuel, etcétera... No querer leer el libro del Levítico de corrido, por ejemplo. Los Salmos deben ser el libro de oración de los grupos bíblicos. Los profetas son el “alma del Antiguo Testamento: hay que dedicarles un estudio especial.

7. La Biblia se conquista como la ciudad de Jericó: dándole vueltas. Por eso, es bueno leer los lugares paralelos. Es un método entretenido, pero muy provechoso. Un texto esclarece al otro, según aquello de San Agustín: “El Antiguo Testamento queda patente en el Nuevo y el Nuevo está latente en el Antiguo”.

8. La Biblia debe leerse y meditarse con el mismo Espíritu con que fue escrita. El Espíritu Santo es su autor principal y es su principal intérprete. Hay que invocarlo siempre antes de comenzar a leerla y al final, dar gracias.

9. Nunca debe utilizarse la Santa Biblia para criticar y condenar a los demás.

10. Todo texto bíblico tiene un contexto histórico donde se originó y un contexto literario donde se escribió. Un texto bíblico, fuera de su contexto histórico y literario, es un pretexto para manipular la Palabra de Dios. Esto es tomar el nombre de Dios en vano.

+ Mario De Gasperín Gasperín
Obispo de Querétaro

domingo, 27 de mayo de 2012

Retiro de Pentecostés 2012

Retiro Diocesano de Pentecostés
días 26 y 27 de Mayo de 2012.
Iglesia de San Agustín en La Orotava
Predica Marcelo Olima

jueves, 8 de marzo de 2012

Piensen en cosas como éstas



Un examen de conciencia para la Cuaresma


Todos tenemos nuestros proyectos de vida o formas de actuar que determinan cómo 
usamos el tiempo, tomamos decisiones e interactuamos con quienes nos rodean.












Uno puede darse cuenta de esto cuando piensa en cómo ha criado a sus hijos, cómo gasta el dinero y cómo trata a los demás. Nuestro concepto de vida se va formando a través del tiempo como fruto de las experiencias personales que hemos tenido, y muchas veces con la infl uencia, para mejor o peor, del mundo en que vivimos. Posiblemente nunca nos hayamos detenido a pensar en cuál es nuestro proyecto de vida; simplemente lo vamos desarrollando en el curso de la vida.


En la Carta de San Pablo a los Filipenses, el apóstol presenta una inspirada fi losofía de vida, según la cual insta a sus discípulos a llenarse la mente y el corazón nada más que de aquellas cosas que son santas, correctas y puras, es decir cosas que nos ayudan a formar bien nuestra fe. San Pablo nos urge a saber discernir lo bueno y lo malo, guardando celosamente aquello que es de Dios y desprendiéndonos de todo lo que sea contrario. En otras palabras, Pablo nos invita a recibir las lecciones espirituales que Jesús enseñó y ponerlas en práctica, a fi n de que lleguemos a edifi car nuestro proyecto de vida sobre la base del Señor.


En esta Cuaresma, mientras tú, hermano, te preparas para el Sacramento de la Reconciliación, Dios te invita a refl exionar sobre tu proyecto de vida haciéndote ciertas preguntas: ¿Existen aspectos de tu vida en los que no has seguido el ejemplo de Jesús? Piensa tal vez en la manera cómo tratas a tus familiares o compañeros de trabajo, o en el tiempo que dedicas a la oración personal. ¿Hay ocasiones en que tomas tus decisiones siguiendo el razonamiento del mundo más que acatando la llamada a la santidad? Usando este pasaje de la Carta a los Filipenses, capítulo 4, pídele al Espíritu Santo que te ayude a orien­tar bien tu examen de conciencia. Pídele que te muestre cómo puedes llegar a imitar mejor la conducta y las actitudes del Señor. Mientras sacas estas cosas a la luz de Cristo, seguramente experi­mentarás la paz de Dios de una manera cada vez más perfecta y duradera.


“Todo lo que es verdadero…”


¿Hay ocasiones en que he sido deshonesto con mis seres queridos?


¿Hay aspectos en los que no soy honesto conmigo mismo ni con el Señor?


¿Trato de ocultarle algo al Señor y no me decido a corregir algo desordenado en mi vida?


“Todo lo que es digno de respeto…”


¿Uso mis dones y talentos para darle mayor gloria a Dios?


¿Se reflejan los valores del Evangelio en los planes que tengo para mi vida o están orientados a ambiciones egoístas y mundanas? Cuando hablo de otras personas, ¿lo hago con respeto y honestidad?


“Todo lo que es recto…”


¿Hago todo lo posible por ayudar a los pobres y los menos privilegiados?


¿Trato a los demás de manera justa?


¿He participado en actividades o negocios dudosos o ilegales?


¿Me fijo más en los defectos de los demás que en los míos propios?


“Todo lo que es puro…”


¿He protegido mi mente y mis ojos de ideas e imágenes de lujuria?


¿He realizado actos impuros ya sea solo o con otras personas?


¿Trato a mi esposa o marido con honor y respeto?


“Todo lo que es agradable…”


¿Hay ocasiones en que mis palabras o acciones manchan e invalidan mi testimonio del Evangelio?


¿Soy recatado y cuidadoso en mi presentación personal?


¿Me preocupa demasiado lo que los demás piensan de mi apariencia?


¿Guardo resentimientos contra alguien? ¿Hay alguien a quien tenga que perdonar?


“Sigan practicando lo que les enseñé y las instrucciones que les di, lo que me oyeron decir y lo que me vieron hacer: háganlo así y el Dios de paz estará con ustedes”


(Filipenses 4,8-9).


Fuente: La-Palabra.com

El fascinante mundo de la conversión: Qué nos dice hoy la parábola del hijo pródigo Por José H. Prado Flores

La parábola llamada “El hijo pródigo” no está destinada a las prostitutas ni los pecadores, sino a los que tienen la actitud de “los fariseos y los maestros de la ley”, que criticaban al Señor diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos” (Lucas 15,2).


Las palabras de Jesús se dirigen a los que observan la Ley, que se creen no sólo buenos, sino mejores que los demás y hasta con el derecho de juzgarlos y condenarlos.
El Evangelio nos pinta la figura de un padre cuyos hijos se alejaron de su casa. Uno se fue a “un país lejano” mientras que el otro se iba todos los días a trabajar en la viña. Ambos precisaban conversión. Para adentrarnos en el fasci¬nante mundo de la conversión, primero consideraremos lo que no es la conversión, para después internarnos en las fronteras de este deslumbrante misterio.


La casa del padre, pero no el padre de la casa. El hijo mayor, parece que estaba convertido, pues cumplía su santo deber y obedecía las órdenes de su padre. Pero el texto evangélico nos refiere que aquella tarde de música y danzas “se acercó a la casa”, mientras que el hijo menor decidió “volver a su padre”. Existe una tremenda diferencia entre ambas actitudes, que nos ayuda a no confundir la esencia de la conversión. No es lo mismo “acercarse a la casa” que “volver a su padre”. También los siervos y esclavos cumplen órdenes y acatan la voluntad de un amo o patrón.


El hijo mayor se acerca a la casa del padre, pero no al padre de la casa. Además, al día siguiente se volverá a ir. Para él no existe un padre, pues nunca lo llama de esa manera. A pesar de trabajar tanto, no se siente con el derecho de comerse un cabrito con sus amigos. Definitivamente, este hijo era quien necesitaba la conversión más difícil de todas, que no es pasar de pecador a justo, sino de justo a hijo.
Por eso, Jesús destina esta bellísima parábola a la gente buena que, por transformar la Ley de Dios en un legalismo, se enoja y hasta se decepciona por la actitud de Dios. El Maestro está preocupado por todos aquellos que cumplen la Ley, pero que no son felices.
El pan de su padre, pero no todavía el padre del pan. La precaria situación del hijo menor, al lado de los puercos, le hizo recordar la generosa mesa de la casa paterna, donde sobraba el alimento para todos los siervos, en vez de las petrificadas algarrobas que le negaban. Dentro de sí, comenzó a saborear el pan recién salido del horno, que expedía el perfume del trigo limpio.
Regresar por conveniencia personal no es todavía conversión, porque la decisión está profundamente condicionada por las extremas necesidades del hambre. Hay gente que cumple mandamientos y órdenes, pero que vive enojada y privada de la alegría, porque aún no ha encontrado el tesoro escondido. Su vida cristiana sólo gira en torno a cumplir leyes y tradiciones.
Otros vuelven a Dios por intereses o carencias. Su Dios se reduce a alguien que resuelve sus problemas y satisface sus necesidades. Los que se sitúan en el centro de su sistema religioso son ellos mismos y Dios gira en su órbita.
¿Qué es lo esencial? Lo esencial no son los intereses por los que regresan, sino cómo son recibidos. Ambos hijos regresan, pero lo que importa no son las motivaciones de su retorno, sino cómo cada uno es recibido, como más le convenía.
Al hijo menor no lo convirtieron los panes frescos, sino los abrazos y besos de su padre, la túnica, el vestido y el significado de ese anillo, que lo hacía otra vez administrador y heredero. Había perdido la capacidad de volver, pero realizó lo único que podía hacer: regresar hambriento. Lo demás fue obra de Dios. Más bien, fue convertido cuando el padre mandó matar el becerro cebado, para darle a entender que tenía la certeza de que regresaría.
Lo que lo convierte es la forma en que fue recibido. Tal vez él esperaba reclamos y que se le cobraran las facturas pendientes. Dentro de sí sabía y sentía que no merecía sino ser uno más de los muchos siervos que había en la casa y en la viña de su padre. Tampoco se le manda a bañar, aunque huele a asqueroso cerdo impuro, porque los besos paternos lo limpian y purifican. Fue allí donde conoció el verdadero corazón de su padre.
Dios no se deja influir por los intereses que tengamos cuando nos volvemos a Él. El motivo no importa, sino lo que Él puede hacer cuando regresamos. La esencia de la conversión es experimentar el amor de Dios; y aun más, saber que nuestra rebeldía y pecado no han impedido que el Señor nos siga amando. De esta forma, nuestro complejo de culpa o hasta la sutil soberbia de perfeccionismo se transforman en: “Le he fallado a Alguien que me ama de verdad”, más que “he transgredido las leyes y me van a castigar”.
Cambio de óptica. Estamos llegando a la esencia de la conversión: El hijo fugitivo no se fija en sus faltas ni en los castigos que merece por sus múltiples pecados; ahora se fija en alguien que lo ama de esa forma. En los brazos de su padre no se atormenta con complejos de culpa, sino por haber privado a su padre de su apoyo. Lo esencial no son los errores, sino la persona a la que su ausencia y lejanía le hicieron sufrir.
Por otra parte, el hijo mayor no es llamado a obedecer y cumplir órdenes, porque esto ya lo hacía desde antes. Regresa, pero su enojo y frustración tampoco son impedimento para que su padre lo reciba y acoja. El padre abandona la fiesta para salir a buscarlo.
Ante sus reclamos, aparentemente justos, el padre le dice dos cosas: Primero, lo llama “hijito”, no sólo “hijo”, mostrándole así una ternura especial, porque este hijo está necesitado de sentirse amado como un pequeño. ¿Será capaz este dardo de amor cariñoso de traspasar la coraza del legalismo?
Segundo, le dice “todo lo mío es tuyo”: Compartimos todas las cosas. Tu dolor es mío, pero también mis alegrías te pertenecen. Por lo tanto, también mi hijo que estaba muerto, es tuyo. O sea, la reconciliación con el padre alcanza necesariamente la reconciliación con el hermano.
Este hijo es recibido de forma diferente, porque su situación es distinta. Es su padre quien toca a las puertas de su corazón, llamándolo a la conversión: “Lo esencial, hijito, no es que cumplas mis mandatos y órdenes, sino que seas feliz. Mi dicha no radica en que me consideres un legislador, sino un papá amoroso, cuya alegría es tu felicidad”.
El padre lo llama a la conversión, primero de siervo obediente a hijo feliz. ¿Por qué el padre no le dio un cabrito a su hijo, que era tan fiel al trabajo y no transgredía mandato alguno? De haberlo hecho así, el hijo hubiera supuesto que los dones paternos dependían de sus méritos personales y entonces acentuaría aún más esa actitud legalista para atraer la atención de su padre y ganar más presentes.
La plena conversión: Entrar a la fiesta. El hijo mayor no quería entrar a la fiesta, porque no consentía que el amor de su padre fuera tan grande y su perdón tan incondicional. No estaba de acuerdo en no cobrarle al hermano menor lo que despilfarró con prostitutas y gentes de mal vivir. Había que darle un escarmiento, para que aprendiera la lección. Pero si hace eso, el hijo, sí, cambiaría, pero más motivado por miedo al castigo y no porque se sintiera amado en forma incondicional.
El hijo mayor nos demuestra que la conversión no se reduce a cumplir las órdenes y mandamientos, ni siquiera a acercarse a la casa del padre, sino en vestirse de gala para entrar a la fiesta y compartir la alegría del padre.
El hijo menor nos revela que no basta llorar por los pecados cometidos, sino festejar el haber sido ya perdonado, porque allí radica la fuerza para nunca más volver a dejar la casa paterna. Quien ha experimentado esto, cumple aquella atrevida palabra de San Juan: “No puede seguir pecando” (1 Juan 3,9), porque está tan invadido y poseído por el amor de su padre que no tendrá jamás la tentación de privarse de su presencia. La verdadera conversión sólo se da cuando nos dejamos amar por Dios.
En conclusión, cumplir las órdenes de Dios no es condición para convertirnos, sino consecuencia de haber sido convertidos. Obedecer las leyes no es malo, claro que no; pero podría ser motivo para enojarnos y no entrar en la fiesta. Lo esencial no es el interés de nuestra venida a la casa paterna, sino los “besos sinceros” que purifican todas nuestras motivaciones impuras. Los abrazos, el vestido y el anillo superan nuestras mezquinas ambiciones, pues Dios nos da más de lo que nos motivó a regresar.
Así, lo que importa no es aquello por lo que volvemos, sino lo que Dios hace cuando regresamos. Sin embargo, la plena conversión sólo se da en la fiesta del Padre. No basta regresar ni tampoco trabajar en la viña. El signo de haber encontrado el tesoro escondido es la alegría que produce tal hallazgo. Por esa razón, no sería ociosa la siguiente pregunta: ¿Cuántos católicos brillan con la alegría de haber encontrado el tesoro?
Dios toma la iniciativa, pero respeta nuestra libre decisión de dejarnos amar o no. Él es el protagonista que engorda el becerro, prepara la música y nos da el anillo de hijos herederos. Pero a cada uno le toca decidir si entra a la fiesta o escucha la música desde lejos.
El que no entra a la fiesta vive enojado, resentido y culpa a los demás de no ser feliz. Por eso, el grito que debe brotar desde lo profundo es: “Conviérteme, Señor, y me convertiré”, lo cual implica de nuestra parte dejarnos amar por Dios. •


José H. (Pepe) Prado Flores ha sido un evangelizador laico católico mexicano por más de 30 años y es fundador de las Escuelas de Evangelización San Andrés (www.evangelizacion.net).